Nada en la Maleta

Aprendiendo a vivir

Crecer y encontrar la paz

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Querido amigo, quizá la llamada de los árboles tenía una doble misión. Y la segunda era inyectar un poco de esa calma y visión suya para poder aflorar nuevos recuerdos.

El mundo que vemos a nuestro alrededor va mostrándonos sucesos, circunstancias, para sacar lo que llevamos en el interior.

Aprender a mirar el mundo como lo que es, una gran oportunidad. Quizá esa sea la mayor aventura.

Una oportunidad de conocernos, de sacar a la luz lo que aún no hemos visto, o lo que vimos y aún no hemos atendido.

No siempre se producen torbellinos, a veces es sólo como un poco de oleaje, pero si observas, lo ves.

Hoy caminaba conmigo. Me mostró las distintas capas que tenemos, y para qué las tenemos. No deseamos estar siempre en alerta, aunque muchas veces es así, y por eso deseamos minimizarlo.

Ningún animal en la naturaleza permanece constantemente alerta, es un estado de estrés, útil, pero puntual. Y aprender a gestionar las circunstancias sin estrés, tan sólo en ocasiones puntuales, y distinguirlas, es la verdadera madurez.

Madurez emocional, no por tapar u obviar esas emociones, sino porque cada una ha sido gestionada y liberada en el momento que le correspondía.

El mundo es una oportunidad, de vernos a nosotros mismos.

Y, una vez que nos hemos visto, lo que estaba almacenado, elegir una nueva opción, una nueva imagen, una nueva visión de nosotros mismos.

No importa lo grandes o pequeñas, difíciles o fáciles que sean tus circunstancias. Si estás ahí, es porque puedes hacerlo, puedes encontrarte en ellas y liberarte. Puedes crecer y encontrar la paz.

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