Querido amigo, hoy he estado observando.
Observando cómo en ocasiones nos buscamos ocupaciones, cosas que hacer, para evitar nuestros sentimientos.
No queremos sentir, cuando, precisamente, sentir es el mayor regalo humano.
Pero, lo que menos queremos, en realidad, es soportar los pensamientos que tenemos asociados a esos sentimientos.
Porque los evaluamos, los juzgamos, les ponemos etiquetas, buscamos culpables y castigo. Y da igual si lo hacemos enfocado hacia otros. Esos otros no están ahí. Somos nosotros los que contenemos, en ese momento, tanto a la víctima como al verdugo.
Son nuestros pensamientos los que tememos. Sobre lo que hicimos mal, lo que otros hicieron mal, que nos lleva a que no fuimos suficiente para ellos. Es la valoración que hacemos de ello lo que no soportamos.
Hoy quiero proponerte una cosa.
Concédete 5 minutos, sólo para sentir. Siente y observa.
Si llega algún pensamiento a tu mente, sólo intégralo, míralo.
En lugar de irte detrás de ese pensamiento, déjalo pasar y tráete todo el sentimiento al aquí y ahora. Deja que te llene.
Deja que se exprese a través de ti, sólo 5 minutos. Permítele ser.
Aunque creas que son cosas del pasado, o del futuro, no lo son, pues, mientras las tengas, mientras las sientas, están en tu presente. Dales el espacio en el presente. Siéntelo, ahora.
Es tal la intensidad del ahora que pensamos que no la podremos contener, pero no es cierto.
Hazle espacio, dale esos 5 minutos.
Impresiona.
Tiene una tremenda fuerza, y mucha información sobre ti.
Ábrete a sentir.
Hay más amor en el mundo, y en ti, del que imaginas.
Y hay un tremendo amor en permitirte sentir lo que sientes, en dejarte ser, sea lo que sea que encuentres.
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