Nada en la Maleta

Aprendiendo a vivir

Ahora sé dónde acudir

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Querido amigo, esta versión de mí tiene una tremenda fuerza.

Es como una riada que arrastra todo lo que se quedó estancado y ya no sirve. El agua sabe que se encontrará con el mar.

Dejan de importar todas las pruebas, todos los experimentos, todas las formas externas de hacer, todos los intentos.

Ella sabe cómo es, cómo mirar al mundo y qué ofrecerle.

Ni siquiera hacen falta las ideas, los mecanismos. El sentimiento es tan claro que no hay duda de la dirección.

Hace tiempo que dejaron de pesar las cargas. Aquellas enormes piedras, ¿recuerdas?

Y por fin sanan las heridas, como si las hubiera untado en bálsamo de luz.

Es cierto que, cuando ese amor resuena, mueve todo lo que no se corresponde, para soltarlo. Eso puede escocer un poco, al principio, pero si soltamos, si permitimos que se muestre y que esa luz llene el espacio que va dejando, encontramos una paz mucho más profunda y real.

Te escribí sobre bajar las defensas. A este lado, no son necesarias.

Tuve que pasar unas cuantas oleadas para encontrarme de nuevo, pero, desde que volví, no conocer el camino ya no asusta tanto. Ahora recuerdo dónde acudir.

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