Querido amigo, hoy quiero contarte cómo continúa sorprendiéndome seguir a mi corazón.
Cómo todo se vuelve claro, aunque parezca no tener sentido a simple vista, aunque no puedas distinguir los resultados de tus acciones, aunque no encuentres la relación entre la causa y el efecto.
En el fondo, nos pasamos la vida intentando aprender a evaluar la relación entre esos dos factores. ¿Qué pasará si hago esto? ¿por qué habrá ocurrido esto otro?
Buscamos una relación para dirigir el camino, para controlarlo, para asegurarnos los resultados.
Pero ambos sabemos que eso está más allá de esta experiencia humana. No es que no se pueda, es que, en el fondo, no lo deseamos. Deseamos vivir, experimentar, sin reglas, sin ataduras, sin condiciones.
No, no tengo idea de dónde voy. A simple vista, lo que hago no parece muy productivo.
Pasé muchos meses preocupada por eso. Y aún trato de hacer cosas de esas, productivas, pero ya no hay miedo, o muy poco en comparación.Ya no hay dolor ni sufrimiento. Ya no hay incertidumbre. Sólo descubrimiento.
Descubrimiento sin propósito, sin búsqueda de un resultado concreto.
Qué grande es el corazón. Qué bienestar se siente cuando le hacemos caso, cuando seguimos nuestro interior.
Esa sabiduría interna, y confiamos tanto en ella que ni siquiera nos acordamos de confiar.
Qué grande el sentimiento cuando, por fin, vemos un paso firme.
Todo lo que esperas entonces es cuál será la siguiente sorpresa, la siguiente aventura.
Cuando descubres el mundo que está delante de ti, dentro de ti, y que no siempre habías visto.