Querido amigo, hoy he vuelto a encontrar el vacío.
Es impresionante la sensación cuando lo llenas.
Hubo un tiempo en que sólo era vacío, sin nada. Ahora parece que cada vez que entro en él me expando tocando todos sus rincones.
Quizá es tan grande la sensación para este cuerpo humano que por eso tendemos a ocupar nuestra mente, a distraerla, porque creemos que no podemos mirarlo todo de una vez. Pero tú ya sabes que mirar pensando no puede compararse a mirar sintiendo.
Hubo un encuentro junto al mar, hace años. El sonido de las olas… acompañaba el latido del corazón al encontrarse de nuevo con algo especial, que reconocía.
Recuerdo también otro momento, uno de esos llenos de ilusión, de felicidad por las cosas cotidianas. También en el norte.
Cuántos recuerdos hermosos me trae la tierra asturiana. Como si hubiese nacido allí. Muchos momentos de mi vida.
El más feliz de todos fue hace ya unos 14 años, y el más misterioso quizá hace 5. Es un lugar al que voy volviendo y que también vuelve a mí. Con experiencias diferentes.
Fueron mis padres los que me llevaron por primera vez, cuando apenas tenía 2 años, pero es como si perteneciera allí y, de vez en cuando, me llama volver. Mi hermano tenía pocos meses y mi hermana nació allí. Parece un punto de giro en mi vida.
Es un lugar especial. Me recuerda a una vida celta.
Quizá es esa la que añoro.
Quizá por eso sueño con bosques.
Quizá por eso allí todo lo veo de manera distinta, mágica.
El vacío se llena de mí, y yo recuerdo el bosque junto al mar. Y el espacio.
Una mirada a La Tierra desde lo alto.
Un lugar del que he de salir.
Y volver a sentir quién soy, en toda mi magnitud.
Pero el bosque y el mar estarán ahí, esperando. Son el punto de conexión.
Y el corazón de Gaia.
Volveré.